La de la temporada primavera-verano 2021 tenía que ser una campaña de renacimiento. Después del confinamiento y las restricciones de los desplazamientos y los viajes, queríamos regresar al lugar donde comenzó todo.
Queríamos volver a conectar a la comunidad de Sundek con Hawái y sus lugares míticos, con ese azul de las olas imposible en cualquier otro lugar. Con ese surf espontáneo y sencillo que solo se encuentra de nuevo en el lugar de los orígenes.
Las míticas olas de North Shore en Oahu y las aguas cristalinas de Kona en Big Island son capaces de vaciarte el alma, desintoxicarte de todo y darte la energía de un nuevo comienzo. Queríamos llenarnos los pulmones y la mente con aquella atmósfera. Con el aire que respira la gente que vive de cara al océano. Queríamos que los protagonistas de nuestra campaña fuesen precisamente ellos, empezando por la autora de las fotos. Sarah Lee no es solo una «fotógrafa acuática» que publica en Surfer Journal o National Geographic, sino que además ha nacido y se ha criado en Big Island, es nadadora en aguas abiertas, juega al water polo y, obviamente, hace surf.
Con Sarah hemos logrado hablar del surf menos famoso pero más íntimo, el de las personas normales que viven en contacto con el mar a diario.
El de Keao y Jessica, que viven entre Big Island (donde nacieron y se criaron) y las Fiyi (donde trabajan en un complejo turístico). Surfean y se sienten «ocean minded» porque el agua salada es su karma, porque se han criado así y porque están mostrando a sus hijos la increíble belleza de todo esto.
Está Paloma, también modelo, que tiene 18 años y hace surf desde los ocho. Cuando está en el agua, es como si acudiese a una gran fiesta en la que se reencuentra con familiares y amigos.
Y luego está Elena, modelo, apneísta y surfista, para quien el océano es el único refugio al que escapar para dejar atrás el resto del mundo.
O el capitán Chad, que cada día, si no está navegando, está sobre la tabla entre las olas de Kona.
Está Freddy con su familia: nació y se crió en Oahu, conoció a su mujer haciendo surf y organiza la agenda de su empresa de excavaciones según el pronóstico del oleaje. Sus hijos, mientras esperan que llegue para ellos el momento de las grandes olas, crecen jugando y zambulléndose cerca de la orilla.
Como decía el escritor Jean-Claude Izzo: «Frente al mar, la felicidad es una idea sencilla».